-
- Emplazamiento:
- Valencia
- Autores del proyecto:
José María Lozano Velasco
Ignacio Pascual Navarro
- Cliente:
Bautista Soler
- Fecha:
- 1992
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
-
Este proyecto no es reciente; habíamos oído algo a Oriol Bohigas sobre un “muro cortina” macizo, de ladrillo y probablemente habíamos visto publicados algunos dibujos del IRCAM de Renzo Piano.
Habíamos terminado un año antes un edificio de viviendas en la calle Guillem de Castro para el mismo promotor y seguía confiando en nosotros. En la misma calle y en los alrededores se había construido algunos “revivals” un poco vergonzosos, no sabemos si tímidos o cobardes, en cualquier caso eludiendo el problema histórico de la sustitución, de la renovación o de la arquitectura contemporánea en un medio edificado con anterioridad.
Un programa de viviendas convencional, para una burguesía media, debía servir de soporte a un intento discreto de realizar una vez más una arquitectura anónima, cuidadosa, regida por la razón y basada en una geometría sencilla como elemento de integración; un edificio silenciosos que, haciéndose notar, renunciara a protagonismo alguno mientras huía de una mimesis malsana cuyas consecuencias teatrales, falsas, no conducen sino a la confusión en un pedazo de ciudad que se ha ido tejiendo, desde su origen, con naturalidad y sin complejos, añadiendo cada día a lo existente, precisamente, el día a día de las costumbres, de los usos y de las técnicas.
Nos hubiera gustado construir “en seco”, después de levantar con celeridad un bonito esqueleto metálico. El interés que el promotor, y a la vez constructor, por el sistema constructivo no fue suficiente para competir en un mercado todavía poco avanzado. Y por eso, el resultado último es una copia de sí mismo ejecutado finalmente con procedimientos más convencionales y artesanales, de construcción húmeda, en el propio tajo de obra.
Quizás por ello es más modesto todavía y se deja mirar, en el paño de fachada urbana al que pertenece, sin estridencias, respetuoso con el entorno más próximo y como una muestra discreta de contemporaneidad que nos anima a seguir trabajando en la misma línea y a mantenernos en la búsqueda de una arquitectura “no de autor” en la que ensayamos, posibilistas pero no resignados, respetuosos con el pasado, pero decididamente comprometidos con un presente irrenunciable.